A ti, Señor...

¡ Se escucha una saeta !

Júbilo, aplausos y gran gozo...

La angustia de un cantar doloroso

se pronuncia hacia el Cristo de la caridad.

Galopa la sangre por unos ríos corporales

con una emoción que estremece el cuerpo.

El Cristo se va con paso firme

adherido a la quietud de un triste lamento.

¡ Se estrecha la calle  !

Suenan melodías que llevan

a un hombre desgarrado sin piedad.

Se oprime cada poro de la piel

al ver sus ojos sin pestañear.

Las trompetas resuenan al unísono

unidas al transitar de sones de tambor.

El vaivén de su larga melena 

muestra el pundonor de creyentes costaleros

que lo llevan hasta su cruz sin verdad.

¡Paso a paso!, 

Así camina el Hijo de la Vida.

Se esparce al viento un aroma a incienso

que abre la multitud que espera.

Sus miradas atónitas observan la tristeza

al llegar el Redentor de la tierra.

Los pétalos se derraman 

como caricias en sus mejillas

y unas manos, portando fina seda,

dan alivio a la pena que le quema. 

¡ Silencio!

Se aproxima el Señor de la Humildad.

Se escucha el dolor que lleva consigo

y el suplicio de su mirada 

es un camino sin destino.

Implora a los cielos por los pecados humanos

desplomándose en sus tres caídas 

buscando un amparo y un perdón.

Su corazón, desgarrado está en la cruz

y una fría lanza le priva de la ver la luz.  

¡Se ven las luces de unos cirios de amor !

Se va el dolor, la agonía,
el sentimiento y la misericordia

y entre sones y flores de colores

viene la madre dolorosa.

Lágrimas en su rostro virginal,

esperanza sin calma en el reflejo de su cara,

unas manos entrelazadas suplican al cielo

piedad hacia su hijo
que yace en el madero.

Suena una saeta con aplausos al finalizar,

la recompensa…ovaciones entre la multitud,

alegres marchan el Cristo y María

por oír sentimientos que son de consolar.

¡Ya se van!,

sus tristezas  y las penas les acompañan.

Florecerá una nueva vida

con cantares que hablen de libertad.

----- Paco ----

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